lunes, 24 de mayo de 2010

CASUALIDADES DE LA VIDA

He pasado un fin de semana más movidito de lo habitual, lo cual me resta tiempo para pensar y demás cavilaciones, pero me abre los ojos, me agita el ánimo, espolea mis sensaciones y me hace ver las cosas de otra manera: desde la perspectiva del sujeto activo en lugar de permanecer como simple espectador.
Mi llegada a Alicante en el Euromed empezó a alterarme: después de bajarme satisfecho del tren tras ver 'Gran Torino' en mi mini-pc(o como se llame). Con el escalofriante papel de Clint Eastwood aún en la retina, se acercó a mí un señor pidiénome que sacara la documentación y le acompañara a través de un angosto pasillo hacia un mostrador. Mi primera reacción fue la de negarme, lógicamente, a lo cual el hombre me mostró una placa de policía. Accedí a regañadientes a aquel recinto cerrado con fotos de terroristas a ambos lados y una sola pregunta que rondaba mi cabeza con pies de plomo e intensidad intermitente :¿qué **** hago yo aquí? Me había levantado a las 7.30 para ir a trabajar, comí sin ni siquiera dar tiempo a que la pasta se enfriara para llegar a la estación a tiempo, seguí expectante (ya acomodado en el asiento 8D del vagón 5) las evoluciones de Tom y Ellen leyendo 'Los Pilares de La Tierra', digerí la contundente lección que Clint Eastwood nos regala con esa obra maestra, bajé del tren deseando ver a mi chica después de varias semanas y allí me encontraba yo: violentado por la curiosidad de los pasajeros que bajaban de sus vagones y miraban súbitamente a través de la puerta que yo mismo había dejado abierta a mis espaldas.
Al cabo de unos 10 minutos el mismo señor vestido de paisano me devolvió la documentación sin mediar palabra, lo que aún me confundió más si cabe. Entonces le dije con voz tranquila y pausada: "Con la de gente que había en el tren (unos 500 pasajeros calculo) y me ha tocado a mí, ¡Qué casualidad eh, jefe!" El señor de paisano dio media vuelta y siguió con sus quehaceres como si nada hubiera pasado.
Cogí mi maleta, y crucé el umbral de los portones que separan la estación de la calle. Por suerte, una sonrisa me esperaba allí, apaciguando mi desasosiego, tranquilizando mi ego zarandeado y sacándome de aquella situación que tanto me había alterado en tan poco espacio de tiempo : la de sujeto activo.

2 comentarios:

  1. Ya contaré yo una historieta de estas.Hiciste muy bien y suerte que te esperaban en la puerta porque si no te hubieses frustrado mucho.Escribes, recuerdas,te desahogas y olvidas.

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  2. sí señor por suerte pude pasar página enseguida. Imagino que tú habrás tenido algún aletrcado más serio, sino recuerda el día que cogimos el puente aéreo y el 'azafato' nos pidió los billetes para asegurase que teníamos asiento en 1ª clase

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