miércoles, 13 de abril de 2011

MOURINHO, CAMINANTE SOBRE EL MAR DE NUBES





18 días, una eternidad. 4 veces, un abismo. 4 Clásicos en 18 días, un huracán de consecuencias impredecibles.
Pertenezco a ese tipo de personas que sortea los excesos y abraza la sencillez, el recorrido natural del devenir. Enemigo de las estridencias y la sobre-estimulación de los sentidos, me asombra la fluidez y el suave tacto de la armonía. A partir de hoy, todo ese equilibrio se tambalea y queda a merced del cuero, ese juez que da y quita razones.

Llega la fase final de la temporada y ahí se elevan los 2 referentes balompédicos: erguidos, con aire vanidoso. Ambos han cumplido, han llegado con opciones a la encrucijada que idealiza al vencedor y pulveriza al vencido.
El FCB, adalid moderno del triunfo y el RM, nostálgico caballero del metal (material del que están hecho los trofeos).

Se puede decir que el FCB pasea por terreno conocido (semifinalista de las últimas 4 ediciones de la máxima competición continental), con un abanico de futbolistas laureados con Ligas, Eurocopa, Champions League, Mundial y Balones de Oro recientemente. Así las cosas, los azulgranas transitan en el sendero de la normalidad, de la mano del fútbol triangular y el estilo asociativo que destilan en cada actuación.

En la meseta, la cosa es bien distinta. Huérfano de Gloria desde hace más de 3 años, el Real Madrid depositó todas sus esperanzas de recuperación en un hombre. Un individuo hecho a sí mismo, metódico y auto-exigente. Se olvidó Florentino de los grandes nombres en el césped, y dio galones a un General que ya había ganado grandes batallas más allá de nuestras fronteras. El estratega que consiguió hacer descarrilar el tren de alta velocidad azulgrana el año pasado, eterno rival de los blancos.

En dicha tesitura se halla enfrascado Mourinho, El Caminante Sobre el Mar de Nubes. Plantado en la cima de una montaña, orgulloso del trabajo bien hecho. Sin embargo, bajo sus pies bailan desfiantes las nubes, símbolo de las dudas del Caminante, formando ese metafórico mar.
Unas nubes que tienen mucho que ver con los trivotes, los contraataques, dosificar esfuerzos, presionar arriba o replegarse.
El protagonista otea el horizonte y sólo ve obstáculos, cordilleras montañosas de color azulgrana que suponen retos inasumibles para cualquiera. Pero Mourinho, representando ese papel de Caminante, se muestra impasible, quizá rememorando duras batallas de las que salió vencedor.

Podríamos decir que Mourinho ha cumplido su misión: llegar vivo hasta el final. Será el cuero, sí sí ése que da y quita razones, quien decida.

Por primera vez, he escrito un artículo sin mencionar a un solo futbolista poruque, con la vorágine que se avecina, ya tendremos tiempo de desgranar aspectos del juego.

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