miércoles, 10 de agosto de 2011

SUPERPIPPO, UN MERCENARIO DEL GOL





'En lo único que pienso es en volver a jugar y recuperar mi récord de goles anotados en Competición Europea'. Respondió, lúcido e impasible, Filippo Inzaghi cuando alguien osó insinuar una posible retirada tras una rotura de ligamentos el pasado mes de octubre, a sus ¡37años! .

Esta respuesta, una aseveración más propia de un enajenado, se convierte en dogma de fe si es el Pippo quien la recita. Y en eso está Inzaghi: celebrando su 38º cumpleaños entre máquinas de pesas y ejercicios de recuperación. En un Milán poderoso en ataque : Zlatan, Robinho, Pato, Aidiyah, Cassano... el '9' rossonero siente que tiene un hueco, siempre lo tuvo.

3 scudettos, 1 Copa del Mundo y 2 Champions League. Sobretodo aquella exhibición frente al Liverpool en la final de Atenas. 2 goles que definen a la perfección la esencia del Pippo: el inicial, desviando un lanzamiento de falta de Pirlo. El defintivo, recogiendo un balón delicioso de Kaká en el borde del área, para batir a Pepe Reina en un quiebro austero, sin alardes . Una 'vendetta' a la italiana, la redención de aquella épica remontada de los Reds (0a3 a la media parte) 24 meses antes en Istambul.

Más de 200 goles en la Serie A y más de 70 en Competición Europea. Amenaza constante de los registros de Roberto Baggio y Raúl respectivamente, el transalpino es un ciclón que celebra cada gol como si fuera lo último que va a hacer en la vida. De hecho, ése es el objetivo final de Inzaghi en cada movimiento: el camino más corto hacia la red, el pragmatismo hecho futbolista.

Inzaghi rehúye la ornamentación para abrazar la funcionalidad. 'Il Capo Canonieri' pertenece a esa especie de futbolista (al igual que Villa, Raúl, Klose Chicharito,...) que cohabita, cómodo, entre los centrales rivales al límite del fuera de juego. Sin demasiado interés en participar en la elaboración de las jugadas, y consciente de su inferioridad en el enfrentamiento físico, Inzaghi sólo aparece para atacar los órganos vitales de la defensa rival.
Anticipándose a los centrales para rematar al primer palo, olfateando el rechace del portero en un tiro lejano de un compañero, metiendo la puntera en un balón suelto en el área … O, sobretodo, en esa trayectoia horizontal sobre la línea imaginaria de fuera de juego para sincronizar su carrera con el pasador, que le deja solo frente al guardameta rival. Ahí, en el mano a mano, Inzaghi se muestra inmisericorde, acompañando el balón a las esquinas del arco, terreno inalcanzable y utópico para el guardameta.

Así transcurre la carrera de Filippo Inzaghi: a medio camino entre el quirófano y la portería rival. Viendo pasear grandes fichajes por su área de influencia y aguardando, paciente, su oportunidad de convertir cada minuto de juego en 60 segundos de pasión por el fútbol.
Sus defensores anhelamos con ilusión el penúltimo gol de SuperPippo.

ES MUY IMPORTANTE LA GRANDEZA DEL GUERRERO EN LA BATALLA. PERO LO QUE RESULTA ESENCIAL ES LA GRANDEZA DE LA BATALLA EN EL INTERIOR DEL GUERRERO.

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