jueves, 18 de abril de 2013

LO QUE ME GUSTA DEL FÚTBOL


              Selección Olímpica Nigeria medalla de Oro en Atlanta 96. Un equipo inigualable.





A menudo, la gente suele aseverar, no sin ciertas dosis de populismo, que no merece la pena perder ni un minuto viendo un partido fútbol. 'Gente corriendo detrás de una pelota y dándole patadas', suelen repetir. En ese momento, yo les invito a ver conmigo cinco minutos de balompié. Les explico por qué aquel jugador corre en diagonal, en lugar de trazar una curva. Intento transmitirles dónde está el error del defensa que no ha podido evitar que el delantero rival marcara gol. Les invito a disfrutar de los jugadores especiales, ésos que caminan elegantes mientras el resto corre frenéticamente. Generalmente, los escépticos acaban por apreciar el valor del fútbol. Los que no, simlpemente los doy por imposibles.

Suelo contar que yo, cuando era pequeño, no quería ir en bicicleta ni esquiar. Para Navidad o mi cumpleaños jamás pedí un Scalextric ni un coche de bomberos. Sólo quería jugar al fútbol. Pasaba fines de semana enteros en campos de tierra, portales de edificios, jardines públicos o patios interiores golpeando la pelota. Frio, calor, lluvia, si era la hora de comer o ya oscurecía. Nada importaba si había una penúltima oportunidad de regatear como lo hacía Caminero o tirar una vaselina como las de Romario.

Hoy en día sigo jugando. No tan alto como había soñado, pero tampoco me ha ido tan mal. Sigo viendo fútbol por placer, esperanzado por la posibilidad de ver detalles de fantasía.

Cómo Patrick Kluivert giró sobre sí mismo y remató, con la puntera, a gol para darle la Copa de Europa al Ajax en el año 95. Las celebraciones de Nwankwo Kanu y compañía, en la medalla de oro de Nigeria en los JJOO de Atlanta 96. Recuerdo como si fuera ayer el regate 'cola de vaca' de Romario a Alkorta en un movimiento de compás sin precedentes. Y Bergkamp, con camiseta Oranje, recibiendo un exquisito pase largo de Frank de Boer para controlar, quebrar a Ayala y mandar el balón a la otra escuadra en el Mundial de Francia 98. Las lágrimas de Kuffour y el consuelo estéril de Collina en la fatídica noche del Bayern en Barcelona. Alguien que ha vivido todo eso jamás hablaría de gente corriendo detrás de un balón.

Una volea de Zidane, rematando de manera magistral un centro llovido de Roberto Carlos en la última Champions League del Madrid. Un Real Madrid que, un par de años antes, debió arrodillarse ante Riquelme y su exhibición en la Copa Intercontinental que ganó Boca Juniors. Los titánicos enfrentamientos entre Mostovoi y Djalminha en el derbi gallego. La pillería de Tamudo frente al Atlético de Madrid en Copa del Rey. La finta de Rivaldo para dejar solo a Ronaldo frente a Oliver Khan en Corea y Japón. La prórroga entre Italia  y Alemania en el Mundial 2006, con un gol de Del Piero de escándalo. Recuerdo cómo me fascinaba Henry. En esa carrera diagonal, soberbia, hacia la portería rival para depositar el balón en la esquina de la portería. Nadie en su sano juicio puede decir que saborear esos momentos es perder el tiempo.



                      Ronaldinho Gaúcho. El mejor futbolista que han visto mis ojos.

El día que Ronaldinho arrancó los aplausos del Bernabéu. O Samuel Eto'o, rompiendo la cintura de Vidic en su último gol como barcelonista. Cristiano Ronaldo rematando por encima de Essien o Terry resbalándose en el penalty decisivo aquella irrepetible final. El penalty de Gyan a las nubes, privando a África de su primera semifinal en un Mundial. La parada de Casillas con los tacos de la bota, frenando la fugaz escapada de Robben en Suráfrica. Y Messi, que convierte lo mágico en habitual, lo estratosférico en rutina. El salvaje remate de Drogba por encima de Boateng en el minuto 93. Los partidos de selecciones africanas, todos con historias humanas, generalmente trágicas, detrás. ¿Quién puede decir que el fútbol no emociona?

Cada día entiendo menos de fútbol. Muchos expertos usan un vocabulario extraño y ponen énfasis en aspectos que a mí no me interesan lo más mínimo. Lo que nadie puede arrebatarme son esos momentos de genialidad, donde la calidad y el sentimiento unen sus caminos. Esto es Lo Que Me Gusta del Fútbol.

No hay comentarios:

Publicar un comentario